martes, 10 de septiembre de 2013

Negociar con los sentimientos y la muerte

Hoy hace 22 años, por eso y a modo de homenaje, escribo este post, al compañero fallecido y al grupo de marinos que nos toco vivir una de las experiencias peores que puedes tener en la vida.

Eramos 25 hombres curtidos en mil temporales, Capitanes, Oficiales, Jefes de maquinas y patrones de pesca. Pero los tiempos van cambiando y la formación debe de ser continua. A titulo personal y en nuestras largas vacaciones, nos habíamos inscrito en el curso de contraincendios y supervivencia en la mar que tenia lugar en el nada marítimo navalmoral de la mata, en las instalaciones de su central nuclear.

Era el segundo día, un martes como hoy, haciendo un ejercicio de fuego real, de pronto una explosión y un cuerpo que yace en el suelo, con el traje de bombero y casco era imposible saber quien era. Nos podría haber tocado a cualquiera, pero le toco al Jefe de Maquinas de isnasa. Todos sabíamos como reanimar en estos casos, preparación no nos faltaba, pero la muerte fue al instante, no pudimos hacer nada, aunque lo trasladamos de urgencia al hospital de navalmoral.

Hoy en la distancia del tiempo, solo puedo decir que nos formábamos hasta morir, para no morir por no estar formados.

Esa noche en un frío salón de hotel, sobre las 2 de la mañana, participe de la negociación mas visceral, sentimental y fría que he tenido en toda mi vida.

Reunidos los del curso, a esa hora todos en vela nos reuníamos con el director del instituto social de la marina, que era la que organizaba el curso. Queríamos suspender el curso e irnos a casa destrozados y pensando que podría haberme tocado a mi.

Pero había una viuda y dos niños pequeños, y por ellos teníamos que tragarnos nuestros sentimientos.
La negociación duro hasta las 4 de la mañana.

El resultado fue el siguiente:

Acabaríamos el curso todos y no daríamos publicidad a la negligencia con resultado de muerte.

El accidente sería considerado accidente de trabajo

La viuda tendría el derecho a las indemnizaciones máximas para estos
casos

Su pensión seria la máxima que se marcase para estos casos.

Al día siguiente, a las 9 de la mañana, nos enfundábamos con lagrimas en los ojos y en silencio, el traje de bomberos y el casco. Nos volvíamos a enfrentar al fuego.

El silencio fue la tonica general del resto de los días, cada uno llevaba el miedo a su manera. pero con un sabiendo que lo hacíamos por la viuda y los hijos.

Y el aprendizaje de que aun en las peores circunstancias, siempre hay algo que negociar, aunque sea con tus sentimientos y la muerte.

y escribiendo esto vuelvo a llorar como aquel día.


3 comentarios:

  1. Un post duro para empezar la mañana, pero con una intensa carga emocional, que demuestra cómo hay que comportarse en algunas situaciones, reponerse ante una realidad, en aras de crear otra. Coraje, compromiso, empatía...cuántos valores encierra este post. Gracias, por compartirlo, Vicente.

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  2. No somos conscientes de lo que somos capaces de hacer hasta que nos nos encontramos en una situación límite que nos fuerce a dar ese paso adelante, incluso contra nuestro propio criterio o nuestra propia seguridad vital.

    Está demostrado que somos capaces de hacer cualquier cosa, el ser humano es extraordinario, solo necesitamos la motivación necesaria para hacerlo, y está probado que cosas que nunca haríamos por nosotros, no dudamos en hacerlas por otros.

    Vicente, hicistéis lo que teníais que hacer. Gracias por hacerlo, no por esa familia a la que ayudastéis con vuestro sacrificio, sino por el ejemplo que distéis a todos aquellos que os estaban obsevando, así como por tener la fuerza de pasado el tiempo compartirlo con todo el mundo.

    Xabier Arroyo
    la otra mitad de Formando Personas

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  3. Gracias Nuria y Xabier, sois maravillosos. Ha tenido que pasar 22 años y que cuadre el 10 en martes, dos días después del día de extremadura, para tener la fuerza de transmitirlo. Encerrados entre un hotel de carreteras y una central nuclear, no fuimos ejemplo de nadie. Quedo en nuestra memoria grabado y creo que hicimos lo que nos habría gustado que hicieran si el fallecido fuera cada uno de nosotros.
    La experiencia no es haber vivido situaciones, es lo que luego hacemos con esas vivencias

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